Al salir de la casa, un señor en bicicletas, manejaba con una mano y en la otra llevaba dos vecinas recién depiladas que chismeaban entre ellas y no les importaba que el barrio les mirara evitando pisar charcos, mierda y barro en la calle de tierra frente a los faroles de los perros tuertos de ladridos monstruos y toscasos en el medio de la frente.
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